La murmuración un pecado que hay que radicar.

La murmuración un pecado que hay que radicar.
Ho por hoy hay muchos que están distanciados por la murmuración y es penoso que hombres que ministran han caído en este tema que tanto problema les ha traído a la iglesia , contagiando aun a los que ministramos la Murmuración es un arma poderosa que el diablo a metido como instrumento para separar y desunir al pueblo del Señor.
Como personas que no saben lo que hacen…
“…Si el problema no es que se nombren a personas, el problema es HABLAR MAL DE ELLAS, tienes todo el derecho dado por la autoridad de la Palabra para CONTENDER POR LA FE, pero el cuidado está en evitar tanta visceralidad y tratar a los demás con la descalificación propia de quien hace que el SOL SE PONGA SOBRE SU ENOJO, Aírense, moléstense todo lo que quieran si notan a alguien con herejías, denúncienlas, confróntelas, pero evite pecar por medio de la maldición, insultos, sacando en cara cuestiones personales, faltando contra el honor, denostando. NO MURMURAR es respetar a los demás, es hacer a otros lo que no quieres que te hagan a ti, es cerrar la boca antes de hablar con falta de sabiduría, es amar a la iglesia, a tus amigos y a tus enemigos. No se trata de callar ante las falsas enseñanzas o profecías, se trata de mirar a aquello como personas que no saben lo que hacen.”.
Llena tu boca de alabanza…
“Sea llena mi boca de tu alabanza, de tu gloria todo el día” (Sal.71:8)
Citas del Sermón 49 “El Remedio de la Murmuración” por Juan Wesley
El reconocido predicador por la Santidad de Dios del siglo XVIII, Juan Wesley, de quién se habla como un instrumento para el tiempo de avivamiento que vivió Gales, donde más de 100.ooo personas recibieron a Jesucristo en su corazón, fue sensible a la voz del Espíritu Santo, y reconoció en su contexto que lo que detenía el mover de Él en otras naciones y congregaciones era precisamente el mal de la murmuración. Juan enseñó a la iglesia metodista inglesa el valor de integridad moral, cívica y espiritual, y por ello se les reconoció dicha integridad por los inconversos y hermanos de otras denominaciones. Decirle No a la Murmuración no es un tema de un par años, el dominio propio sobre la lengua es una cuestión que desde tiempo del apóstol Santiago se venía tratando, y hasta que el creyente poco juicioso e imprudente no entienda esto, siempre la voz del Espíritu Santo hablará con disciplina.
“Muy provechoso será al lector de este sermón meditar sobre aquellas notables palabras de Santiago 1:26: “Si alguno piensa ser religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino engañan¬do su corazón, la religión del tal es vana.” En otras palabras, es¬to es lo mismo que dijo el Salvador: “Porque por tus palabras serás justificado y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12: 37). Con frecuencia nos olvidamos del principio que contienen estos textos, tanto en el púlpito como fuera de él…” “No murmuréis los unos de los otros,” dijo el após¬tol. Este es un mandamiento tan claro como el que dice: “No matarás.” Empero, ¿quién es aquel, aun entre los cristianos, que respeta ese mandato? ¡Cuán pocos son los que lo en¬tienden! ¿Qué es murmurar? No es lo mismo, como suponen algunos, que mentir o calumniar. Lo que dice el murmura¬dor puede ser tan cierto como la Escritura, y sin embargo, ser murmuración. Porque murmurar no es otra cosa sino ha¬blar mal de una persona ausente; contar algo malo, que dijo o hizo alguno que no está presente. Por ejemplo: Habiendo visto a cierto individuo en estado de embriaguez, o habiéndo¬le oído jurar y blasfemar, voy y lo cuento en su ausencia. Esto es murmurar. Hablando más claramente se llama deni¬grar.
“Es bien difícil evitar la murmuración porque con fre¬cuencia nos ataca bajo disfraz. ¡Hablamos movidos de una in¬dignación noble, generosa, pura, en contra de estas criaturas viles!¡Sólo con el fin de castigar al trasgresor, caemos en este pecado! “Así se justifican las pasiones,” como dice al¬guien, y nos hacen cometer el pecado bajo el velo de la santidad” ¿Con qué derecho quieres agobiar a otro, haciéndole que lleve tu carga, que participe en tu pecado?
“…¡Desechad, pues, la murmuración, los chis¬mes, la difamación! ¡Que vuestros labios no se manchen con este pecado! Mirad que no difaméis a ninguno. De los au¬sentes no habléis nada, sino lo que sea bueno. Si habéis de distinguiros de los demás hombres, sea esta la característica del metodista (agregado por mí:” sea ésta la característica del verdadero cristiano”): “No habla mal de su prójimo en su ausencia; por esta señal le conoceréis.”
¡Qué efecto tan bendito traerían a nuestros corazones estos sacrificios de nosotros mismos! Nuestra paz correrá co¬mo un río si tenemos “paz con todos los hombres.” ¡Cómo abundaría en nuestras almas el amor de Dios, al confirmar de este modo nuestro amor a los hermanos! ¡Qué efecto ten¬dría esto en todos los que llevan el nombre del Señor Jesús! ¡Cómo aumentaría el amor fraternal, si se quitase este gran estorbo! Naturalmente se amarían todos los miembros del cuerpo místico de Cristo, “por manera que si un miembro pa¬dece, todos los miembros a una” se dolerían; y “si un miem¬bro es honrado, todos los miembros a una se gozarían, y to¬dos amarían a sus hermanos con un corazón puro y ferviente.”.
Oremos por este tema y dios estará obrando en los sabios y entendidos

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